Buenas tardes! Comparto un mapa que realice sobre los animales vertebrados usando una pagina que es muy facil de utilizar, acá se las dejo por si desean entrar:
https://bubbl.us/mindmap
jueves, 20 de noviembre de 2014
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Proyecto educativo en la Argentina del 80.
Hola!! Comparto un video del canal encuentro, este trata sobre el proyecto educativo en la década del 80. Saludos.
Sistema de ecuaciones
Comparto un video sobre los sistemas de ecuaciones, me pareció un buen recurso didáctico, espero que les guste.
La educación Prohibida.
Comparto un documental sobre la película "La educación prohibida" espero que lo miren porque es muy lindo. Saludos.
Cartas a quién pretende enseñar
Comparto un video de Freire que vi en el primer año de esta hermosa carrera que decidi elegir, este video me gusto muchísimo y se lo recomiendo a todas las personas que se están formando para ser docentes.
A encontrar las diferencias!
Comparto un juego para niños de 5 a 7 años, este consiste en encontrar las diferencias. Saludos
Para jugar deben entrar al siguiente enlace:
A jugar con la memoria.
Comparto un juego para alumnos de 1er grado, consiste en practicar con la memoria.
Para comenzar a jugar entren al siguiente enlace:
Juego para armar frases
Comparto un juego para alumnos de tercer grado para que armen frases. Espero que les guste. Saludos.
Si desean jugar pueden entrar al siguiente enlace:
Power sobre la presentación de la materia Didáctica General
Hola! Comparto un power sobre la presentación de la materia "Didáctica General" enviado por . Saludos.
1 Presentación de la materia
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La noche de los Lapices
Comparto un video sobre la noche de los lapices para conocer un poco más de historia Argentina, de nuestra historia, les dejo una breve introducción:
Se conoce como La Noche de los Lápices a una serie de diez secuestros y asesinatos de estudiantes de secundaria, ocurridos durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores, en la ciudad de La Plata (ciudad capital de la Provincia de Buenos Aires).
Este suceso fue uno de los más reconocidos entre los actos de represión cometidos por la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983), ya que los desaparecidos eran estudiantes, en su mayoría menores de edad (menos de 18 años), que fueron torturados antes de matarlos.
El caso tomó notoriedad pública en 1985, luego del testimonio de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, en el Juicio a las Juntas. Además Díaz participó de la creación del guion que llevó la historia al cine en 1986, en el film homónimo. Cuatro de los estudiantes secuestrados sobrevivieron a las posteriores torturas y traslados impuestos por la dictadura.
Paulo Freire, y su teoría de alfabetización
Hola! Comparto un video de Freire sobre su teoría de alfabetización, sinceramente me gusta mucho la teoría de el y espero hacerlas reflexionar con este video y abrir los ojos sobre lo importante que es para todas las personas de este mundo estar alfabetizadas. Saludos.
martes, 18 de noviembre de 2014
Canto Rodado
Hola! Comparto un archivo sobre la literatura oral de los chicos para que lean las futuras docentes.
Trabajo práctico de Lengua
Comparto un trabajo práctico realizado por mi de lengua, en el podrán, encontrar autores de libros de niños, sus biografías, cuentos, entre otras cosas. Los invito a leerlo en el siguiente enlace:
Lengua naila from naimenga
El juego de los colores
Comparto un juego para niños de 6 a 8 años para que conozcan un poco más los colores primarios y secundarios.
Para jugar pueden entrar al siguiente enlace:
Un juego para los más chiquitos
El siguiente juego consiste en escribir los nombres de los animales que van apareciendo en la pantalla. Es una excelente actividad para los que recién se están iniciando en la escritura.
Para jugar deben entrar al siguiente enlace:
Juego de sumas y restas
Acá comparto un juego que me pareció muy entretenido sobre sumas y restas.
Si desean jugar deben entrar al siguiente enlace:
Juego de Ciencias Naturales
Comparto un juego que consiste en adivinar que comen los animales es para niños de 7 a 9 años.
Para comenzar a jugar deben hacer click en el siguiente enlace:
Enseñanza desde la perspectiva cognitiva
Buenas noches! Comparto un power con animación sobre la enseñanza desde la perspectiva cognitiva.
2 enza desde lo cognitivo
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Revista El monitor Nº 28
Hola los invito a leer el siguiente articulo de la revista El monitor, espero que les guste:
Cartas que van y vienen
Hola! Comparto un artículo dirigido para docentes de 2do y 3er grado. Es una secuencia para poder enseñarle a los niños a realizar cartas. Saludos
Trabajo de Ciencias Naturales
Comparto un trabajo práctico que realice con una compañera, trata sobre la sostenibilidad del planeta.
Jean Piaget
Comparto una biografía de Jean Piaget para trabajar en Psicología de la Educación.
Jean piaget from naimenga
Cuento: Bajo el sombrero de Juan
Hola acá les dejo un cuento muy lindo, espero que les guste tanto como a mi. Saludos.
02 sombrero wolf from naimenga
Enseñanza de estrategias
Comparto un power que trata sobre enseñanza de estrategias para primaria. Espero que les guste. Saludos.
9 enseñanza de estrategias primaria
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Recursos naturales
Comparto un video sobre los recursos naturales, trata particularmente sobre el agua, y me pareció un buen recurso para utilizar dentro del aula. Saludos.
Cortázar
Comparto un video de Cortázar, uno de mis autores favoritos, espero que les guste y que a raíz de este video pueda investigar más sobre el y su vida.
Día del Respeto a la Diversidad Cultural
Video sobre la diversidad cultural para alumnos de 7mo grado.
El autobús de las palabras
Comparto un juego para jugar con las palabras. Espero que les guste.
Para jugar entren al siguiente enlace.
Juego de medidas.
Comparto un juego de Matemática para alumnos de 6to grado de primaria, este consiste en reparar una nave ordenando correctamente las medidas.
Haz click en el siguiente enlace para comenzar a jugar.
Juguemos con la Geometría
Comparto un juego para alumnos de 5to grado sobre geometría. El juego consiste en clasificar los ángulos.
Debajo les dejo el link para que comiencen a jugar.
Folclore Infantil
Comparto un trabajo práctico que hice para lengua sobre el folclore infantil.
Lengua nai from naimenga
Renè Descartes
René Descartes
Vitam impendere vero
El Discurso del Método es una obra de plenitud mental. Exceptuando algunos diálogos de Platón, no hay libro alguno que lo supere en profundidad y en variedad de intereses y sugestiones. Inaugura la filosofía moderna; abre nuevos cauces a la ciencia; ilumina los rasgos esenciales de la literatura y del carácter franceses; en suma, es la autobiografía espiritual de un ingenio superior, que representa, en grado máximo, las más nobles cualidades de una raza nobilísima (1).
No podemos aspirar, en este breve prólogo, a presentar el pensamiento y la obra de Descartes en la riquísima diversidad de sus matices filosóficos, literarios, científicos, artísticos, políticos y aun técnicos. Nos limitaremos, pues, a la filosofía; y aun dentro de este terreno, expondremos sólo los temas generales de mayor virtualidad histórica.
El pensamiento cartesiano es como el pórtico de la filosofía moderna. Los rasgos característicos de su arquitectura se encuentran reproducidos, en líneas generales, en la estructura y economía ideológica de los sistemas posteriores. Descartes propone un grupo de problemas a la reflexión filosófica, y ésta se emplea en descifrarlos durante más de un siglo; hasta que una nueva transformación del punto de vista trae a los primeros planos de la conciencia nuevos intereses especulativos y prácticos, que inician nuevos métodos y orientaciones del pensamiento. Kant es quien, por una parte, remata y cierra el ciclo cartesiano y, por otra, inaugura un nuevo modus philosophandi.
La historia de la filosofía no es, como muchos creen, una confusa y desconcertante sucesión de doctrinas u opiniones heterogéneas, sino una razonable continuidad de ordenadas superaciones.
El Renacimiento
Sin embargo, la gran dificultad que se presenta al historiador del cartesianismo es la de encontrar el entronque de Descartes con la filosofía precedente. No es bastante, claro está, señalar literales consecuencias entre Descartes y San Anselmo, ni hacer notar minuciosamente que ha habido en el siglo XV y XVI tales o cuales filósofos que han dudado, y hasta elogiado la duda, o que han hecho de la razón natural el criterio de la verdad, o que han escrito sobre el método, o que han encomiado las matemáticas.
Nada de eso es antecedente histórico profundo, sino a lo sumo coincidencias de poca monta, superficiales, externas, verbales. En realidad, Descartes, como dice Hamelin, «parece venir inmediatamente después de los antiguos». Pero entre Descartes y la escolástica hay un hecho cultural -no sólo científico-, de importancia incalculable: el Renacimiento.
Ahora bien, el Renacimiento está en todas partes más y mejor representado que en la filosofía. Está eminentemente expreso en los artistas, en los poetas, en los científicos, en los teólogos, en Leonardo de Vinci, en Ronsard, en Galileo, en Lutero, en el espíritu, en suma, que orea con un nuevo y reconfortante aliento las fuerzas todas de la producción humana.
A este espíritu renacentista hay que referir inmediatamente la filosofía cartesiana. Descartes es el primer filósofo del Renacimiento. La Edad Media no ha sido seguramente una época bárbara y oscura. Hay, sin duda, en el juicio corriente que hacemos de ese período, un error de perspectiva, o, mejor dicho, un error de visión que proviene de que la vivísima luz del Renacimiento nos ciega y deslumbra, impidiéndonos ver bien lo que queda allende esta aurora. Pero es innegable que el pensamiento científico y filosófico necesita, como condición para su desarrollo, un medio apropiado que fomente la libre reflexión individual.
Cuando la conciencia del individuo queda reducida a reflejar la conciencia colectiva del grupo social, el pensamiento se hace siervo de los dogmas colectivos; el hombre se recluye en el organismo superior de la nación o clase, y el concepto de lo humano se disuelve y desaparece bajo el montón de reales jerarquías y de objetivas imposiciones sociales.
Así, cuando en el siglo XVI el espíritu comienza a desligarse de los estrechos lazos que lo tenían opreso, esta liberación aparece como un descubrimiento del hombre por el hombre. Como un soldado que, después del combate, en medio de un montón de cadáveres, vuelve poco a poco a la vida, se palpa, respira, alza la vista, extiende los brazos y parece convencerse al fin de su propia existencia, así también el Renacimiento posee la fragante ingenuidad alegre de quien por primera vez se descubre a sí mismo y exclama: «Yo soy un ser que piensa, siente, quiere, ama y odia; esta naturaleza que me rodea es bella y luminosa, y la vida nos ha sido dada por un Dios justo y benévolo, para vivirla con entereza y plenitud.»
La conciencia individual es el más grande invento del nuevo modo de pensar. Y todo en la ciencia, en el arte, en la sensibilidad renacentista se orienta hacia esa exaltación de la subjetividad del hombre. El criterio de autoridad abandona su puesto a la convicción íntima basada en la evidencia. Las oscuras entidades metafísicas se deshacen en la clara sucesión de razones matemáticas. La desconfianza, el odio hacia la naturaleza, son sustituidos por una optimista y alegre visión de las infinitas bondades que moran en el impulso espontáneo, en el directo hacer de las cosas. El universo es como un libro en donde está escrita la verdad suprema. Y para entender la lengua en que está compuesto, no hace falta más que la razón misma del hombre, la matemática aplicada a la experiencia (2).
Así, pues, por una parte, la exigencia máxima del espíritu científico es, en el Renacimiento, la claridad evidente de la razón individual; por otra parte, la solidez de la nuova scienza proviene ante todo de su carácter matemático y experimental; en fin, la fuente purísima de todo valor, especulativo y práctico, se encuentra ahora en el sujeto, en la interioridad de la reflexión personal creadora.
Todos estos nuevos anhelos, esa nueva sensibilidad teórica y moral, imponen nuevos rumbos al pensamiento filosófico; danle por de pronto libertad para manifestarse original y creador; pero también le indican una orientación inédita, y, por decirlo así, un problema virgen: hallar una definición del hombre que baste a explicar la objetividad de su producción científica y artística.
Descartes es el primero que sistemáticamente edifica la filosofía de este nuevo mundo mental.
Vida de Descartes
Nació Renato Descartes en La Haya, aldea de la Touraine, el 31 de mayo de 1596. Era de familia de magistrados, nobleza de toga. Su padre fue consejero en el Parlamento de Rennes, y el amor a las letras era tradicional en la familia. «Desde niño -cuenta Descartes en el Discurso del Método- fui criado en el cultivo de las letras.» Efectivamente, muy niño entró en el colegio de la Flèche, que dirigían los jesuitas.
Allí recibió una sólida educación clásica y filosófica, cuyo valor y utilidad ha reconocido Descartes en varias ocasiones. Habiéndole preguntado cierto amigo suyo si no sería bueno elegir alguna universidad holandesa para los estudios filosóficos de su hijo, contestóle Descartes:
«Aun cuando no es mi opinión que todo lo que en filosofía se enseña sea tan verdadero como el Evangelio, sin embargo, siendo esa ciencia la clave y base de las demás, creo que es muy útil haber estudiado el curso entero de filosofía como lo enseñan los jesuitas, antes de disponerse a levantar el propio ingenio por encima de la pedantería y hacerse sabio de la buena especie. Debo confesar, en honor de mis maestros, que no hay lugar en el mundo en donde se enseñe mejor que en la Flèche.»
El curso de filosofía duraba tres años. El primero se dedicaba al estudio de la lógica de Aristóteles. Leíanse y comentábanse la Introducción de Porfirio, las Categorías, el Tratado de la Interpretación, los cinco primeros capítulos de los Primeros analíticos, los ocho libros de los Tópicos, los Últimos analíticos, que servían de base a un largo desarrollo de la teoría de la demostración, y, por último, los diez libros de la Moral.
En el segundo año estudiábanse la Física y las Matemáticas; en el tercer año se daba la Metafísica de Aristóteles. Las lecciones se dividían en dos partes: primero el maestro dictaba y explicaba Aristóteles o Santo Tomás; luego el maestro proponía ciertas quæstiones sacadas del autor y susceptibles de diferentes interpretaciones. Aislaba la quæstio y la definía claramente, la dividía en partes, y la desenvolvía en un magno silogismo, cuya mayor y menor iba probando sucesivamente. Los ejercicios que hacían los alumnos consistían en argumentaciones o disputas. Al final del año algunos de estos certámenes eran públicos. Sabemos el nombre del profesor de filosofía que tuvo Descartes en la Flèche. Fue el padre Francisco Véron. Pero en realidad la enseñanza era totalmente objetiva e impersonal.
Las normas de estos estudios estaban minuciosamente establecidas en órdenes y estatutos de la Compañía... «Cuiden muy bien los maestros de no apartarse de Aristóteles, a no ser en lo que haya de contrario a la fe o a las doctrinas universalmente recibidas... Nada se defienda ni se enseñe que sea contrario, distinto o poco favorable a la fe, tanto en filosofía como en teología. Nada se defienda que vaya contra los axiomas recibidos por los filósofos, como son que sólo hay cuatro géneros de causas, que sólo hay cuatro elementos, etc.... etcétera... (3).
Semejante enseñanza filosófica no podía por menos de despertar el anhelo de la libertad en un espíritu de suyo deseoso de regirse por propias convicciones.
Descartes, en el Discurso del Método, nos da claramente la sensación de que ya en el colegio sus trabajos filosóficos no iban sin ciertas íntimas reservas mentales. Su juicio sobre la filosofía escolástica, que aprendió, como se ha visto, en toda su pureza y rigidez, es por una parte benévolo y por otra radicalmente condenatorio. Concede a esta educación filosófica el mérito de aguzar el ingenio y proporcionar agilidad al intelecto; pero le niega, en cambio, toda eficacia científica: no nos enseña a descubrir la verdad, sino sólo a defender verosímilmente todas las proposiciones.
Salió Descartes de la Flèche, terminados sus estudios, en 1612, con un vago, pero firme, propósito de buscar en sí mismo lo que en el estudio no había podido encontrar. Este es el rasgo renacentista que, desde el primer momento, mantiene y sustenta toda la peculiaridad de su pensar. Hallar en el propio entendimiento, en el yo, las razones últimas y únicas de sus principios, tal es lo que Descartes se propone.
Toda su psicología de investigador está encerrada en estas frases del Discurso del Método:
«Y no me precio tampoco de ser el primer inventor de mis opiniones, sino solamente de no haberlas admitido ni porque las dijeran otros ni porque no las dijeran, sino sólo porque la razón me convenció de su verdad.»
Después de pasar ocioso unos años en París, deseó recorrer el mundo y ver de cerca las comedias que en él se representan; pero «más como espectador que como actor». Entró al servicio del príncipe Guillermo de Nassau y comenzaron los que pudiéramos llamar sus años de peregrinación. Guerreó en Alemania y Holanda; sirvió bajo el duque de Baviera; recorrió los Países Bajos, Suecia, Dinamarca. Refiérenos en el Discurso del Método cómo en uno de sus viajes comenzó a comprender los fundamentos del nuevo modo de filosofar. Su naturaleza, poco propicia a la exaltación y al exceso sentimental, debió, sin embargo, sufrir en estos meses un ataque agudo de entusiasmo; tuvo visiones y oyó una voz celeste que le encomendaba la reforma de la filosofía; hizo el voto, que cumplió más tarde, de ir en romería a Nuestra Señora de Loreto. Permaneció en París dos años; asistió, como voluntario del ejército real, al sitio de la Rochela y, en 1629, dio fin a este segundo período de su vida de soldado dilettante, viajero y observador.
Decidió consagrarse definitivamente a la meditación y al estudio. París no podía convenirle; demasiados intereses, amigos, conversaciones, visitas, perturbaban su soledad y su retiro. Sentía, además, con aguda penetración, que no era Francia el más cómodo y libre lugar para especulaciones filosóficas, y, con certero instinto, se recluyó en Holanda. Vivió veinte años en este país, variando su residencia a menudo, oculto, incógnito, eludiendo la ociosa curiosidad de amigos oficiosos e importunos.
Durante estos veinte años escribió y publicó sus principales obras: El Discurso del Método, con la Dióptrica – parte de la óptica que estudia los fenómenos de la refracción de la luz -, los Meteoros y la Geometría, en 1637; las Meditaciones metafísicas, en 1641 (en 1647 se publicó la traducción francesa del duque de Luynes, revisada por Descartes); los Principios de la filosofía, en 1644 (en latín primero, y luego, en 1647, en francés); el Tratado de las pasiones humanas, en 1650.
Su nombre fue pronto celebérrimo y su persona y su doctrina pronto fueron combatidas. Uno de los adeptos del cartesianismo, Leroy, empezó a exponer en la Universidad de Utrecht los principios de la filosofía nueva. Protestaron violentos los peripatéticos, y emprendieron una cruzada contra Descartes. El rector Voetius acusó a Descartes de ateísmo y de calumnia. Los magistrados intervinieron, mandando quemar por el verdugo los libros que contenían la nefanda doctrina. La intervención del embajador de Francia logró detener el proceso. Pero Descartes hubo de escribir y solicitar en defensa de sus opiniones, y aunque al fin y al cabo obtuvo reparación y justicia, esta lucha cruel, tan contraria a su modo de ser pacífico y tranquilo, acabó por hastiarle y disponerle a aceptar los ofrecimientos de la reina Cristina de Suecia. Llegó a Estocolmo en 1649.
Fue recibido con los mayores honores. La corte toda se reunía en la biblioteca para oírle disertar sobre temas filosóficos, de física o de matemáticas. Poco tiempo gozó Descartes de esta brillante y tranquila situación. En 1650, al año de su llegada a Suecia, murió, acaso por no haber podido resistir su delicada constitución los rigores de un clima tan rudo. Tenía cincuenta y tres años. En 1667 sus restos fueron trasladados a París y enterrados en la iglesia de Saint-Etienne du Mont. Comenzó entonces una fuerte persecución contra el cartesianismo. El día del entierro disponíase el P. Lallemand, canciller de la Universidad, a pronunciar el elogio fúnebre del filósofo, cuando llegó una orden superior prohibiendo que se dijera una palabra. Los libros, de Descartes, fueron incluidos en el índice, si bien con la reserva de donec corrigantur. Los jesuitas excitaron la Sorbona contra Descartes, y pidieron al Parlamento la proscripción de su filosofía. Algunos conocidos clérigos hubieron de sufrir no poco por su adhesión a las ideas cartesianas. Durante no poco tiempo fue crimen en Francia el declararse cartesiano.
Después de la muerte del filósofo, publicáronse: El mundo, o tratado de la luz (París, 1677). Cartas de Renato Descartes sobre diferentes temas, por Clerselier (París, 1667). En la edición de las obras póstumas de Amsterdam (1701), se publicó por vez primera el tratado inacabado: Regulæ ad directionem ingenii, importantísimo para el conocimiento del método. La mejor edición de Descartes es la de Ch. Adam y P. Tannery, París 1897-1909. Sobre Descartes, además de las historias de la filosofía, pueden leerse en francés: L. Liard. Descartes. O. Hamelin. Le système de Descartes. París, 1911.
El Método
Los orígenes del método están, según nos cuenta Descartes (Discurso), en la lógica, el análisis geométrico y el álgebra.
Conviene ante todo insistir en que el gravísimo defecto de la lógica de Aristóteles es, para Descartes, su incapacidad de invención. El silogismo no puede ser método de descubrimiento, puesto que las premisas -so pena de ser falsas- deben ya contener la conclusión. Ahora bien, Descartes busca reglas fijas para descubrir verdades, no para defender tesis o exponer teorías.
Por eso el procedimiento matemático es el que, desde un principio, llama poderosamente su atención; este procedimiento se encuentra realizado con máxima claridad y eficacia en el análisis de los antiguos.
Según Euclides el análisis consiste en admitir aquello mismo que se trata de demostrar y, partiendo de ahí, reducir, por medio de consecuencias, la tesis a otras proposiciones ya conocidas. Descartes explica también lo que es el análisis en un pasaje de la Geometría:
«... Si se quiere resolver un problema, hay que considerarlo primero como ya resuelto y poner nombres a todas las líneas que parecen necesarias para construirlo, tanto a las conocidas como a las desconocidas. Luego, sin hacer ninguna diferencia entre las conocidas y las desconocidas, se recorrerá la dificultad, según el orden que muestre, con más naturalidad, la dependencia mutua de unas y otras...»
Como se ve, el análisis es esencialmente un método de invención, de descubrimiento. Geminus lo llamaba descubrimiento de prueba (análysis éstin apodeíxeos heúresis). Esto principalmente buscaba Descartes. Y este es el punto de partida de su método nuevo. El silogismo obliga a partir de una proposición establecida, de la cual no sabemos nunca si podremos concluir la que queremos demostrar, a menos de conocer de antemano la verdad que necesita demostración. Pero, si ya de antemano sabemos la conclusión, entonces se ve bien claro que el silogismo sirve más para exponer o defender verdades, que para hallarlas.
El análisis es, pues, el primer momento del método. Dada una dificultad, planteado un problema, es preciso ante todo considerarlo en bloque y dividirlo en tantas partes como se pueda (segunda regla del método. Discurso). Pero ¿en cuantas partes dividirlo? ¿Hasta dónde ha de llegar el fraccionamiento de la dificultad? ¿Dónde deberá detenerse la división? La división deberá detenerse cuando nos hallemos en presencia de elementos del problema, que puedan ser conocidos inmediatamente como verdaderos y de cuya verdad no pueda caber duda alguna. Los tales elementos simples son las ideas claras y distintas. (Final de la primera regla; véase Discurso del Método).
Al llegar aquí es imposible seguir exponiendo el método de Descartes, sin indicar algunos principios de su teoría del conocimiento y su metafísica.
En la primera regla del Discurso están resumidas, más aún, comprimidas algunas de las más esenciales teorías de la filosofía cartesiana. Las enumeraremos brevemente.
En primer lugar, la regla propone la evidencia,
como criterio de la verdad. Lo verdadero es lo evidente y lo evidente es a su vez definido por dos notas esenciales: la claridad y la distinción. Clara es una idea cuando está separada y conocida separadamente de las demás ideas. Distinta es una idea cuando sus partes o componentes son separados unos de otros y conocidos con interior claridad.
Nótese, pues, que la verdad o falsedad de una idea no consiste, para Descartes, como para los escolásticos, en la adecuación o conformidad con la cosa. En efecto, las cosas existentes no nos son dadas en sí mismas, sino como ideas o representaciones a las cuales suponemos que corresponden realidades fuera del yo. Pero el material del conocimiento no es nunca otro que ideas -de diferentes clases-, y, por tanto, el criterio de la verdad de las ideas no puede ser extrínseco, sino que debe ser interior a las ideas mismas.
La filosofía moderna debuta, con Descartes, en idealismo. Incluye el mundo en el sujeto; transforma las cosas en ideas, tanto que un problema fundamental de la filosofía cartesiana será el de salir del yo y dar el paso de las ideas a las cosas. (Véasela sexta meditación metafísica.) En las Regulæ ad directionem ingenii, llama a las ideas claras y distintas, naturalezas simples (nature simplices).
El acto del espíritu que aprehende y conoce las naturalezas simples es la intuición o conocimiento inmediato, o, como dice también en las Meditaciones (meditación segunda), una inspección del espíritu. Esta operación de conocer lo evidente o intuir la naturaleza simple, es la primera y fundamental del conocimiento.
Los procedimientos del método comenzarán pues por proponerse llegar a esta intuición de lo simple, de lo claro y distinto.
Las dos primeras reglas están destinadas a ello.
Las dos segundas se refieren en cambio a la concatenación o enlace de las intuiciones, a lo que, en las Regulæ, llama Descartes deducción.
Es la deducción, para Descartes, una enumeración o sucesión de intuiciones, por medio de la cual, vamos pasando de una a otra verdad evidente, hasta llegar a la que queremos demostrar. Aquí tiene aplicación el complemento y como definitiva forma del análisis. El análisis deshizo la compleja dificultad en elementos o naturalezas simples.
Ahora, recorriendo estos elementos y su composición, volvemos, de evidencia en evidencia, a la dificultad primera en toda su complejidad; pero ahora volvemos conociendo, es decir, intuyendo una por una las ideas claras, garantía última de la verdad del todo.
«Conocer es aprehender por intuición infalible las naturalezas simples y las relaciones entre ellas, que son, a su vez, naturalezas simples» (4).
La Metafísica
La noción del método, la teoría del conocimiento y la metafísica se hallan íntimamente enlazadas y como fundidas en la filosofía de Descartes.
La idea fundamental de la unidad del saber humano, que Descartes, además, se representa bajo la forma seguida y concatenada de la geometría, es la que funde todos esos elementos, reúne la metafísica con la lógica, y éstas a su vez con la física y la psicología, en un magno sistema de verdades enlazadas.
El cartesiano Espinosa pudo conseguir exponer la filosofía de Descartes en una serie geométrica de axiomas, definiciones y teoremas (Renati Descartes Principiorum philosophiæ pars. I et II, more geometrico demonstratæ.)
El punto de partida es la duda metódica.
La duda cartesiana no es escepticismo, sino un procedimiento dialéctico de investigación, encaminado a desprender y aislar la primera verdad evidente, la primera idea clara y distinta, la primera naturaleza simple. La duda, en suma, es la aplicación al problema del conocimiento del método del análisis, que hemos descrito. El residuo de ese análisis es la verdad fundamental que sirve de base a todas las demás:
«Yo soy una cosa o sustancia pensante.»
Entre las dificultades que plantea la duda metódica, nos detendremos en una tan sólo, en la famosa hipótesis del genio o espíritu maligno (Meditaciones).
Después de haber examinado las diferentes razones para dudar de todo, quedan todavía en pie las verdades matemáticas, tan simples, claras y evidentes, que parece que la duda no puede hacer mella en ellas. Pero Descartes también las rechaza fundándose en la consideración de que acaso maneje el mundo un Dios omnipotente, pero lleno de tal malignidad y astucia, que se complace en engañarme y burlarme a cada paso, aun en las cosas que más evidentes me parecen.
Esta hipótesis ha sido diversamente interpretada; quién la tacha de fantástica y superflua, suponiendo que Descartes lo dice por juego y sin creer en ella; otros, por el contrario, la consideran muy seria y fuerte, hasta el punto de creer que encierra el espíritu en tan definitiva duda, que no cabe salir de ella sin contradicción. En realidad, la hipótesis del genio maligno ni es un juego ni un círculo de hierro, sino un movimiento dialéctico, muy importante en el curso del pensamiento cartesiano.
Repárese en que la hipótesis del genio maligno, necesita, para ser destruida, la demostración de la existencia de Dios. Sólo cuando sabemos que Dios existe y que Dios es incapaz de engañarnos, sólo entonces queda deshecha la última y poderosa razón que Descartes adelanta para justificar la duda. ¿Qué significa esto? Significa el planteamiento y solución de un grave problema lógico, que luego ocupará hondamente a Kant:
el problema de la racionalidad o cognoscibilidad de lo real.
El genio maligno y sus artes de engaño simbolizan la duda profunda de si en general la ciencia es posible. ¿Es lo real cognoscible, racional? ¿No será acaso el universo algo totalmente inaprensible por la razón humana, algo esencialmente absurdo, irracional, incognoscible? Esta interrogación es la que Descartes se hace bajo el ropaje dialéctico de la hipótesis del genio maligno. Y las demostraciones de la existencia y veracidad de Dios no hacen sino contestar, afirmando la racionalidad del conocimiento, la posibilidad del conocimiento, la confianza postrera que hemos de tener en nuestra razón y en la capacidad de los objetos para ser aprehendidos por ella.
La base primera de la filosofía cartesiana es el
cogito ergo sum: pienso, luego soy.
Dos observaciones sobre este primer eslabón de la cadena.
Primera:
no es el cogito un razonamiento, sino una intuición, la intuición del yo como primera realidad y como realidad pensante. El yo es la naturaleza simple que, antes que ninguna, se presenta a mi conocimiento; y el acto por el cual el espíritu conoce las naturalezas simples es, como ya hemos dicho, una intuición. Se yerra, pues, cuando se considera el cogito como un silogismo, v. gr., el siguiente: todo lo que piensa existe; yo pienso, luego yo existo.
Segunda:
al poner Descartes el fundamento de su filosofía en el yo, acude a dar satisfacción a la esencial tendencia del nuevo sentido filosófico que se manifiesta con el Renacimiento. Trátase de explicar racionalmente el universo, es decir, de explicarlo en función del hombre, en función del yo. Era, pues, preciso empezar definiendo el hombre, el yo, y definiéndolo de suerte que en él se hallaran los elementos bastantes para edificar un sistema del mundo.
La filosofía moderna, con Descartes, entra en su fase idealista y racionalista. Los sucesores de nuestro filósofo se ocuparán fundamentalmente en desenvolver estos gérmenes del idealismo; es decir, de definir la razón como el conjunto de principios y axiomas lógicos necesarios y suficientes para dar cuenta de la experiencia.
Habiendo hallado la primera verdad, Descartes se apresura a sacar de ella todo el provecho posible. El cogito es, por una parte, la primera existencia o sustancia conocida, la primera naturaleza simple; por otra parte, es también la primera intuición, el primer acto del conocer verdadero. Del cogito puede, pues, desprenderse el criterio de toda verdad, a saber: toda intuición de naturaleza simple es verdadera, o, en otros términos, toda idea clara y distinta es verdadera.
Con este escaso bagaje emprende en seguida Descartes el problema sumo de la metafísica, la existencia de Dios. De las tres pruebas que da (dos en la tercera y una en la quinta meditación) nos fijaremos sólo en la tercera, dada en la quinta meditación. Es el famosísimo argumento ontológico.
El esquema de la demostración es el siguiente:
la existencia es una perfección; Dios tiene todas las perfecciones; luego Dios tiene la existencia. Como se ve, Descartes considera la existencia de Dios tan segura y evidentemente demostrada como la propiedad del triángulo de tener tres ángulos. Tras él va toda la metafísica del siglo XVII y XVIII, la cual, hipnotizada por la geometría, querrá construirse more geométrico, y se apoyará más o menos encubiertamente en el argumento cartesiano.
Así como la existencia del yo ha sido, en el cogito, establecida por una intuición intelectual, también la existencia de Dios queda establecida en el argumento ontológico por medio de una deducción (que para Descartes es una serie de intuiciones intelectuales).
La metafísica del cartesianismo y filosofías subsiguientes tienden, por modo inevitable, a demostrar las existencias, mediante actos intelectuales subjetivos. En efecto, siendo el yo, es decir, la inteligencia personal, su punto de partida, no podrán considerar las realidades fuera del yo, como dadas, y necesitarán inferirlas, demostrarlas; pues la inteligencia conoce inmediatamente esencias, definiciones, pero no existencias, cosas exteriores; las existencias son siempre, en el racionalismo, inferidas mediatamente de las esencias.
Esta distinción bastará a Kant para arruinar toda la metafísica cartesiana, y abrir un nuevo cauce a la filosofía; bastará, digo, distinguir la esencia o definición, de la existencia; la esencia podrá ser objeto de conocimiento intelectual; pero la existencia no podrá serlo sino de conocimiento sensible. Para conocer una existencia precisará una intuición no intelectual, sino sensible. El cogito y el argumento ontológico podrán servir para instituir ideas, pero no cosas existentes.
La Física
De la existencia de Dios y sus propiedades, deriva ya Descartes fácilmente la realidad de las naturalezas simples en general, y, por tanto, de los objetos matemáticos, espacio, figura, número, duración, movimiento. La metafísica le conduce sin tropiezo a la física.
Esta debuta en realidad con la distinción esencial del alma y del cuerpo. El alma se define por el pensamiento. El cuerpo se define por la extensión. Y todo lo que en el cuerpo sucede, como cuerpo, puede y debe explicarse con los únicos elementos simples de la extensión, figura y movimiento.
Hay, pues, que considerar dos partes en la física cartesiana. Una, en donde se trata de los sucesos en los cuerpos (mecánica), y otra, en donde se trata de definir la sustancia misma de los cuerpos (teoría de la materia). La física de Descartes es, como todo el mundo sabe, mecanicista; Descartes no quiere más elementos, para explicar los fenómenos y sus relaciones, que la materia y el movimiento. Todo en el mundo es mecanismo y, en la mecánica misma, todo es geométrico. Así lo exigía el principio fundamental de las ideas claras, que excluye naturalmente toda consideración más o menos misteriosa de entidades o cualidades.
La física de Descartes es una mecánica de la cantidad pura.
El movimiento queda despojado de cuanto atenta a la claridad y pureza de la noción; es una simple variación de posición, sin nada dinámico por dentro, sin ninguna idea de esfuerzo o de acción, que Descartes rechaza por oscura e incomprensible.
La causa del movimiento es doble.
Una causa primera
que, en general, lo ha creado e introducido en la materia, y esta causa es Dios. Una vez introducido el movimiento en la materia, Dios no interviene más, si no es para continuar manteniendo la materia en su ser; de aquí resulta que la cantidad de movimiento que existe en el sistema del mundo es invariable y constante. Pero de cada movimiento en particular hay una causa particular, que no es sino un caso de las leyes del movimiento.
Estas leyes son tres:
la primera,
es la ley de inercia, hermoso descubrimiento de Descartes que, aunque no hubiese hecho otros, bastaría para colocarlo entre los fundadores de la ciencia moderna.
La segunda,
es la de la dirección del movimiento: un cuerpo en movimiento tiende a continuarlo en línea recta, según la tangente o la curva que descubra el móvil.
La tercera ley,
es la ley del choque, que Descartes especifica en otras leyes especiales. Todas ellas son falsas.
La mecánica cartesiana, tan profunda y exacta en sus dos primeros principios, se desvía y falsea en el último, precisamente por el exceso de geometrismo, con que concibe la materia y el movimiento.
Es bien conocida la corrección fundamental que Leibnitz hace a la física de Descartes: no es la cantidad de movimiento lo que se conserva constante en la naturaleza, sino la fuerza viva, la energía. Pero Descartes, en su afán de no admitir nociones oscuras, considera las nociones de energía o fuerza como incomprensibles, porque no son geométricamente representables, y las desecha para limitarse a concebir en la materia la pura extensión geométrica.
Llegamos, pues, a la segunda parte de la física, a la teoría de la materia. Aquí domina el mismo espíritu que en la mecánica. La materia no es otra cosa que el espacio, la extensión pura, el objeto mismo de la geometría. Las cualidades secundarias que percibimos en los objetos sensibles son intelectualmente inconcebibles, y, por tanto, no pertenecen a la realidad: color, sabor, olor, etc. La materia se reduce a la extensión en longitud, latitud y profundidad, con sus modos, que son las figuras o límites de una extensión por otra.
La Psicología
El hombre está compuesto de un cuerpo al cual está íntimamente unida el alma, sustancia pensante. Esta unión, a la par que distinción entre el cuerpo y el alma, domina todas las tesis psicológicas.
Tendremos por un lado que considerar el alma en sí misma, y luego en cuanto que está unida al cuerpo.
En sí misma,
el alma es inteligencia, facultad de pensar, de verificar intuiciones intelectuales; en este punto, la psicología se confunde con la metafísica o la lógica. Por otra parte, entre las ideas del alma están sus voluntades. La voluntad o libertad la sitúa, empero, Descartes en el mismo plano que las demás intuiciones intelectuales; la voluntad es la facultad, totalmente formal, de afirmar o negar. Y tan grande es el carácter lógico y metafísico que le da a la voluntad, que de ella deriva su teoría del error, el cual, como es sabido (véase la cuarta Meditación) proviene de que, siendo la voluntad infinita, puesto que carece de contenido, y el entendimiento finito, aquélla a veces afirma la realidad de una idea confusa, por precipitación, o niega la de una idea clara (por prevención), y en ambos casos provoca el error. (Véase la primera regla del Método en la parte segunda del Discurso.)
Réstanos considerar el alma como unida al cuerpo.
En este sentido, el alma es, ante todo, consciencia, es decir, que conoce lo que al cuerpo ocurre, y se da cuenta de este conocimiento.
Mas, siendo el cuerpo un mecanismo, si no hay alma no habrá consciencia, ni voluntad, ni razón. Así los animales son puros autómatas, máquinas maravillosamente ensambladas, pero carentes en absoluto de todo lo que de cerca o de lejos pueda llamarse espíritu. En el hombre, en cambio, porque hay un alma inteligente y razonable, hay pasiones; es decir, los movimientos del cuerpo se reflejan en el alma; y a este reflejo es precisamente lo que llamamos pasión, que no es sino un estado especial del alma, consecuencia de movimientos del cuerpo.
Pero lo característico de estos estados especiales del alma es que, siendo causados, en realidad, por movimientos del cuerpo, sin embargo el alma los refiere a sí misma; ignorante de la causa de sus pasiones, el alma las cree nacidas y alimentadas en su propio seno.
Hay seis pasiones fundamentales. La primera, la admiración, es apenas pasión, y señala el tránsito entre la pura intuición intelectual y la pasión propiamente; es, en suma, la emoción intelectual. De ella nacen el amor, el odio, el deseo, la alegría, la tristeza.
De estas seis pasiones fundamentales, derívanse otras muchas: el aprecio, el desprecio, la conmiseración, etc. El estudio de las pasiones, ya que éstas provienen de los movimientos del cuerpo, conduce a Descartes a un gran número de interesantes y finas observaciones psico-fisiológicas.
Manuel G. Morente.
Fuente:
Juego para Inglés
Hola! Comparto un juego de inglés para niños de 11 a 13 años, este consiste en unir los adjetivos en inglés con sus antónimos.
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Buen día!! Comparto un power de historia. Habla sobre la Ley de educación común de 1420
lunes, 17 de noviembre de 2014
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Comparto un archivos sobre la educación para adultos. Saludos.
Poesía con los chicos
Comparto un PDF sobre un secuencia didáctica para trabajar las poesías con alumnos de segundo y tercer grado
Paulo Freire
HOLA ACA LES DEJO UN POWER SOBRE PAULO FREIRE, ESPERO QUE LES SIRVA MUCHO A TODAS LAS FUTURAS DOCENTES.
Paulo Freire
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Hola aca les dejo un power point sobre aprender y enseñar en colaboración. Saludos
Aprender y enseñar en colaboración.
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Hola!! Comparto un documento que habla sobre la alfabetización y sobre lo importante que es esta en los grados mas chicos.
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Kant, la experiencia posible y la experiencia imposible
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Hola!! Dejo este video sobre las civilizaciones precolombinas explicado para niños de primaria
martes, 11 de noviembre de 2014
Prezi
Hola! Acá dejo un prezi que hice sobre como debe estar ambientado un lugar de trabajo para que un grupo pueda funcionar bien
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